22 ago 2008

matematico y escritor

hola ya ando de regreso por aqui y ahora solo para compartir con unstedes un pequeño pasaje que lei en cosechas y siembras de Grotendieck, donde muestra que no es necesario ser un dios para lograr nuestros objetivos.
"En nuestro conocimiento de las cosas del Universo (sean matematicas o no), el poder renovador
que esta en nosotros no es mas que la inocencia. La inocencia original que todos hemos recibido en herencia al nacer y que reposa en cada uno de nosotros, y que a menudo es objeto de nuestro desprecio y de nuestros miedos mas secretos. Solo ella une la humildad y la audacia que nos hacen penetrar en el corazon de las cosas, y que nos permiten dejar que las cosas penetren en nosotros y nos impregnen.
Ese poder no es el privilegio de unos “dones” extraordinarios—de una capacidad mental (digamos) fuera de lo comun para asimilar y manejar, con destreza y con soltura, una masa impresionante de datos, ideas y tecnicas conocidos. Tales dones ciertamente son valiosos, seguramente dignos de envidia para el que (como yo) no ha sido colmado asi al nacer, “mas alla de toda medida”.
No son esos dones, ni la ambicion mas ardiente, servida por una voluntad de hierro, los que nos
permiten cruzar esos “circulos invisibles y imperiosos” que encierran nuestro Universo. Solo la inocencia los cruza, sin saberlo y sin preocuparse, en los momentos en que estamos solos escuchando a las cosas, intensamente absorbidos en un juego de niños... "

1 comentario:

Violette dijo...

La misma historia que cuento siempre: Un día se me pasó escribir la "h" y Marmo me regañó por haber escrito mal el nombre de Dios